Si alguien leyese este blog en secuencia sabe que la conversión obligada universal a la educación a distancia me encontró preparado. Yo había pasado el verano actualizando mi sitio y probando formas de empaquetar el contenido en mis cursos online cuando, a poco de arrancar con las clases: se hicieron las doce y nos convertimos todos en distancia.
A falta de plataformas, el instituto de inglés armó rápidamente grupos de Whatsapp y dio libertad de acción a sus docentes. Para un grupo de 30 alumnos de entre 15 y 16 años yo arranqué con ciertas estrategias:
1: Minimalismo curricular.
A lo Maggio 2018, pensé en qué era lo realmente esencial y lo tomé como eje en la elección, traducción y creación de contenidos. Esto incluye la consideración del volumen de la tarea articulada con la de la escuela secundaria.
2: Variedad en la práctica.
Algunas veces los mandé a seguir el libro, otras traduje actividades del libro a actividades interactivas en HTML/HTML5 con eXeLearning, iSpring y otros y algunas veces creé mi propio contenido.
Ejemplo clase 01
Ejemplo clase 02
Ejemplo clase 03
3: Contenidos del ahora.
Es viejo el debate de los contenidos de los libros de inglés y su lejanía con los alumnados locales. Por ejemplo, en una clase de Zoom, un díscolo gritó obscenidades y la clase siguiente fue sobre “Zoombombing” con vocabulario de la unidad.
4: Clases zoom.
En la segunda semana arrancamos con una clase en jitsi meet semanal no para impartir conocimientos sino para generar un espacio de encuentro, charla y consultas.
5: Paciencia infinita.
Adolescentes frustrados preguntan 10 veces lo que uno les acaba de decir: contesto con una sonrisa, repito cuanto hace falta.
Tuve resultados excelentes por un tiempo. Si hacen clic en los ejemplos de clases que les adjunto, verán que hay un foco en la interactividad que se sale un poco de la media. Esa sola característica no es garantía de éxito en sí misma.
Al cabo de unas semanas, con picos de ausentismo en temas abstractos y difíciles, el porcentaje de alumnos que participaban de las actividades comenzó a decaer. Un amigo me dijo que me relaje, que no puedo controlar todas las variables y tiene razón; pero por eso de que uno no puede hacer lo mismo y esperar resultados diferentes me propuse acentuar algunas cuestiones.
A: Fechas de entrega regulares.
Yo mandaba material dos veces por semana, pero no la había explicitado así que lo hice: envíos de material dos veces por semana con dos vencimientos fijos los miércoles y viernes a las 6PM.
B: Contacto personalizado.
Yo ya les recordaba con un mensaje genérico a cada uno cuando se les pasaba la fecha de entrega. Ahora comencé a mandar un audio a cada alumno con la importancia del tema y una invitación a que participe.
C: Codiseño.
Las clases de Zoom ya eran el lugar a donde yo les preguntaba a ellos sobre aspectos de la clase, pero ahora puse el énfasis en que las decisiones se toman ahí. Por ejemplo, los días y horas fijos de entrega se consensuaron en esa clase.
Todavía es demasiado temprano para saber si estos énfasis que he puesto son suficientes para volver a encender la chispa del interés, pero en la primera semana después del consenso, la participación de los alumnos subió al 100% por primera vez desde que comenzó la cuarentena.
Seguimos haciendo lo que podemos, ajustándonos a esta nueva normalidad mientras rompemos barreras propias, reales, virtuales, tecnológicas e interpersonales para seguir enseñando. No sé ustedes, yo no pienso parar.